miércoles, 31 de marzo de 2010

lunes, 8 de marzo de 2010

8 DE MARZO


En estos primeros días de marzo, en torno a la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, está teniendo lugar un acontecimiento de relevancia para la lucha en favor de la igualdad: la celebración de la Conferencia Mundial de la Mujer Beijing +15, que revisará la Plataforma de Acción para la igualdad de 1995. La aprobación de la Declaración y la Plataforma de Beijing supuso en su momento reafirmar que los derechos de las mujeres son una parte indivisible de los derechos universales, además de constatar que los problemas que afectan a las mujeres son en gran parte comunes en todo el mundo. En Beijing se reconoció el género como ese factor cultural y no biológico que hace que hombres y mujeres tengamos distintos procesos de socialización que llevan a que nuestras vidas sean diferentes. Beijing supuso que la igualdad pasara a ser no sólo un asunto de mujeres, sino de la sociedad en su conjunto.
Quince años después, las conclusiones de la IV Conferencia Mundial de la Mujer han inspirado muchas políticas, muchas actuaciones que han supuesto grandes avances, si bien no se han alcanzado todos los cambios que se plantearon, y los logros conseguidos no han sido iguales para las mujeres de todo el mundo. Quienes hemos tenido la fortuna de nacer y vivir en un país de la Unión Europea como España, hemos visto cómo la extensión de las políticas de igualdad ha supuesto que a día de hoy formen parte fundamental del proyecto político europeo. Pero la igualdad formal, la igualdad que ampara la legislación, dista de ser equivalente a la igualdad real.
En nuestra sociedad actual, aunque cada vez menos, se sigue enseñando a niños y niñas comportamientos, actitudes, imágenes de lo que es masculino y lo que es femenino, haciendo que interioricen valores en función de lo que la sociedad supuestamente espera de ellos. Este modelo patriarcal sigue haciendo corresponder el espacio de las mujeres con el espacio doméstico y del cuidado de la familia, y vinculando el papel de los hombres con el espacio público. Este patrón marcará sus proyectos vitales hasta tal punto que a día de hoy las leyes vayan muy por delante de las situaciones reales.
En el ámbito de la participación, aunque han sido muchos los avances, particularmente en el espacio político, siguen existiendo diferencias en la participación social de las mujeres y su acceso a ámbitos de poder, con especial incidencia en el poder económico y empresarial. Ese techo de cristal supone que algunos estudios cifren la presencia femenina en sólo un 6,6% en los puestos directivos de los consejos de administración de las empresas españolas. Este dato entra en colisión con el aumento significativo del nivel formativo de las mujeres, particularmente de las tituladas universitarias.
Se siguen dando brechas de género en el acceso a distintos recursos, pero especialmente en el ámbito salarial. En la Unión Europea la brecha salarial se sitúa en un 17%, y esto significa que para alcanzar la igualdad de sueldos, las mujeres tienen que trabajar 52 días más. Esta diferencia supone que ambos sexos no tengan una independencia económica equivalente, y a ella contribuyen muchos factores como la segregación laboral, que se traduce en el hecho de que las mujeres trabajen en sectores donde su trabajo se valora menos. O los estereotipos que hacen que las mujeres opten por trabajos a tiempo parcial cuya elección no es estrictamente libre y personal.
Las estadísticas siguen mostrando cómo los hombres se van incorporando lentamente a las tareas del hogar y el cuidado de las familias, pero esto se hace desde una actitud de ayuda y no de corresponsabilidad. Los datos hablan por sí solos y muestran que las mujeres dedican cuatro veces más tiempo al trabajo doméstico que los varones. La incorporación de las mujeres al mercado laboral ha supuesto que su jornada sea doble, que la conciliación de la vida laboral, familiar y personal se haga a costa de otras mujeres.
Son muchas más las situaciones de desigualdad y sus consecuencias, la lacra de la violencia machista, la imagen que de las mujeres se traslada en muchas ocasiones desde los medios de comunicación, las situaciones de múltiple discriminación para las mujeres por su origen, raza, situación económica, la feminización de la pobreza… Y muchas más todavía si nos fijamos en países donde hablar de derechos humanos sencillamente es una utopía. Todas estas situaciones provocan que la lucha por la igualdad de derechos y oportunidades entre mujeres y hombres siga vigente, y sigan siendo necesarias todas las voces de todas las personas, hombres y mujeres, no sólo cada 8 de marzo como celebramos en estas fechas, sino con cada actuación y personal de cada uno de nosotros y nosotras, en cada día y en cada momento.